
El taxi corría bastante, pero no lo suficiente. En el reloj que llevaba en la muñeca marcaban las doce y media, el tren salía a la una menos diez. Creo q no me va a dar tiempo. Ese taxista era un fenómeno al volante, pq iba por las calles con una seguridad, q eran dignas de un piloto, pero creo q lo podía hacer mejor. El segundero seguía adelante. Semáforo en rojo. Al fin se pone verde. Dos calles más y ya estábamos. Al fin, ahí está. Le pago, bajo a toda prisa del vehículo y voy directo al anden cuatro, veo q el tren está. Miro en el panel de control y aún no a salido por problemas técnicos. No sé si alegrarme por haber llegado o si enfadarme pq no llegaré a tiempo a mi cita.
Me detuve un instante, dejé la maleta en el suelo y miré mi reloj ,era la una en punto, ¿cuánto tiempo iba a esperar? Mientras tanto me acerqué un momento a los lavabos para refrescarme. Una vez allí entré y no había nadie. Me quité las gafas, el reloj y me lavé la cara. Cuando de repente un chico me golpeó y salió corriendo con mi reloj. Maldición!!Ahora ya, seguro que no podré llegar a tiempo.
Salí corriendo tras él, yo ya no tenía una edad, pero estaba en buena forma. Aquel chico de corta estatura corría bastante, pero aquella estación era pequeña y no había muchos escondites. Corrió por el pasillo norte hasta la salida que va directamente a la calle Maniz. A partir de ahí ya me sería un poco más difícil seguirlo, pq la juventud del chico y el entramado de calles q tenía Doufville, me lo pondrían difícil . Corría y corría tras él y cada vez lo veía más de lejos. Calle tras calle la persecución se hacía cada vez más dura. Aquello cada vez era más estrecho y cada minuto de mi reloj era un lastre para mi. Fue entonces cuando el chico al i
ntentar saltar por una verja de una casa, perdió el equilibrio y cayó de espaldas quedando tumbado boca arriba. Aproveché ese momento para encontrar las últimas fuerzas q me quedaban y atrapar a ese chico con mi reloj.
Y entonces un hombre que salió de la nada, se interpuso en mi camino, y con la culata de una escopeta me dio un golpe para caer al suelo. Me miró fijamente a los ojos y ahí se quedó.
No sabía si llorar, reír o salir corriendo. La mañana se me había complicado sobremanera. En un ataque de locura intenté incorporarme, el tipo sin pensárselo dos veces me apuntó directamente con su escopeta, q tenía fuertemente cogida. La calle estaba desierta y en ese barrio no parecía q a nadie le importase lo q iba a pasar. Y en otro brote de locura le pregunté q como se llamaba, al fin y al cabo tenía todo el derecho del mundo a saber su nombre, ya q me iba a matar. El tipo aturdido respondió un seco y áspero: Diacrosio .
-Yo soy :Alferug le dije yo, un poco aturdido y aterrorizado. Él seguía teniendo el arma q no tenía pinta de dudar en usarla .
-¿Quieres morir? preguntó él, frunciendo el ceño y con cara de estar perdiendo el control.
Pensé, pues claro q no. Pero ¿y si era una pregunta trampa? Y le respondí: “Algún día, pero hoy no.
El tipo se quedó extrañado, no esperaba esa repuesta y me dijo: Pues vete y no hagas ruido al salir.
Aquella situación me superaba. No era para mi. Había estado a punto de morir. Mi vida partía de cero. Me puse la mano en la muñeca y pensé, yo ya no lo necesito.